Estelas de Haranbeltz (NB) 2010. Pedro Zarrabeitia
La estela discoidal es uno de esos enigmas que no acaban de ser desentrañados
por los etnólogos y arqueólogos. Al misterio mismo de su forma, origen y
procedencia, hay que añadir su inexplicable aparición y desaparición a lo largo
de la historia, su errática distribución en la Europa Occidental y su extraña
fijación final en torno a los Pirineos.
Se ha hablado y escrito mucho de la interpretación que
los distintos investigadores han dado a la forma de la estela. Símbolo solar, representación antropomórfica o
arte conmemorativo, han quedado como hipótesis no demostradas, pero válidas,
para acercarnos a su conocimiento y comprensión. A los círculos, ruedas,
hexapétalas y estrellas de sus grabados se les ha llamado signos solares y a
las cruces de todo tipo signos religiosos. No nos vamos a detener aquí en la confusión
que generan las diferentes denominaciones e interpretaciones atribuidas a estos
símbolos por distintos autores. Existe una idea bastante clara de la
utilización y simbología de los motivos cristianos, pero siempre nos quedará la
duda de la verdadera explicación de la utilización repetitiva de determinadas
formas geométricas, atribuidas a la simbología astrológica, como esvásticas,
cruces precristianas, ruedas, pentalfas, estrellas de David o nudos de Salomón,
tan apreciadas por las versiones esotéricas de lo misterioso.
La mayoría de las inscripciones, sean letras o números, son casi
siempre más fáciles de descifrar para los expertos y no plantean más incógnitas
que las de una posible falta de lectura correcta, por las dificultades debidas
al desgaste o a los errores de trascripción de los canteros, que en algunos
casos las convierten en verdaderos jeroglíficos.
Por otro lado, la
atribución a los difuntos de diferentes oficios según las herramientas que
aparecen en las estelas, es un terreno bastante indefinido, donde surge a veces
más de una incógnita. Se da por hecho que los instrumentos de hilar representan
a una mujer hilandera y las llaves a una ama de casa o guardiana de una
iglesia. Son los únicos instrumentos de oficios de mujer que aparecen en las
estelas. Pero, ¿no existían más oficios de mujer durante la Edad Media?
En cambio, los oficios
de varón son más numerosos y definidos: el podador de viñas, el labrador, el
herrero, el zapatero, el cazador, el cantero, etc. son ocupaciones clásicas de
esa época en un medio rural y así están abundantemente representadas, pero
¿cuántos otros trabajos han quedado sin dedicatoria a lo largo de cientos de
años? ¿Cómo es que nadie dedicó una estela a los músicos, artesanos,
comerciantes, escribanos, joyeros y cien oficios más? ¿No existirían, en la
inclusión de algunos de tales símbolos, códigos desconocidos hoy para nosotros,
relacionados con el rito funerario y el sentido religioso y místico de aquellos
tiempos?.
Y qué decir de los
extraños pájaros sin patas de las estelas de Lekuine, Makea y otros lugares; y
de las mujeres danzantes de Ligi-Atherei y Lexantzü; y de la dificultad que
siempre plantea la interpretación de la casi todas las estelas con presencia
humana que hemos visto en capítulos anteriores.
Por fin, existen otra
serie de dibujos y signos en las estelas discoidales que las convierten en
documentos realmente enigmáticos o de difícil interpretación. Son grabados de
objetos o signos no fácilmente reconocibles, bien por ser imaginados bajo parámetros
que se nos escapan, bien por ser deformaciones provocadas por imitaciones poco
cuidadosas de canteros ignorantes o bien debido a variaciones buscadas por la
fantasía de los propios artesanos.
Curiosas deformaciones de los monogramas de Jesús y María. Extraños
signos que se entrelazan y que parecen complicados jeroglíficos alejados
aparentemente de toda simbología funeraria cristiana. ¿Hay letras o números
entre ellos? Dibujos geométricos incompletos o dislocados. ¿Podemos pensar que
puede haber otra interpretación aparte de la simple torpeza de los canteros?
La llamada cruz de San Andrés o aspa, no muy frecuente en las estelas
de Euskal Herria, es un signo empleado en grabados de todo tipo desde tiempos
prehistóricos y, por lo tanto, sin ninguna relación probable con simbolismos
cristianos, incluso en el caso de las estelas medievales. Su significado
primitivo es desconocido. No obstante, hay que creer que detrás de la X
meramente decorativa existe algo más que una simple incógnita en estas estelas
vascas así como en las estelas gigantes de Cantabria con sus arcos en forma de
aspa.
Hay estelas singulares
que además de pertenecer a la misteriosa familia de las estelas discoidales, y
de ser enigmáticas en sí mismas, son únicas y de difícil adscripción dentro de
los diferentes estilos en que podemos clasificar las estelas de Euskal Herria.
Pueden ser residuos lejanos de originales estelas autóctonas, improvisaciones
de artesanos visionarios o códigos ocultos de predicadores esotéricos. Son
enigmas a resolver.
|
Estelas con enigma (2006-2011). Pedro Zarrabeitia |
|