Estelas de Lakarri (Z) 2007. Pedro Zarrabeitia
Dejando aparte los signos cruciformes y esvásticas que desde tiempos
remotos han adornado las estelas más primitivas de nuestro entorno, podemos
aceptar que las estelas discoidales han llegado hasta nuestros días gracias a
su condición de soporte funerario del signo de la cruz cristiana, desafiando el
dictado de las diferentes modas y costumbres. Su incorporación a las estelas de
la Edad Media, tras el asentamiento definitivo del cristianismo en Euskal
Herria, las rescató del olvido o la prohibición del período visigótico,
promoviendo su renacimiento y extensa proliferación, primeramente, en el reino
de Navarra y con posterioridad en los territorios de Iparralde.
Una vez aceptada como obligatoria la presencia del signo de la cruz en
los enterramientos como símbolo de protección y de identidad de la población
cristiana, la posibilidad de utilizar las dos caras de la estela facilitó a los
artesanos medievales la introducción del nuevo símbolo, sin renunciar al
mantenimiento de los símbolos tradicionales de inspiración pagana, dando origen
a una organización decorativa de la estela discoidal que se ha mantenido a lo
largo de su historia. Esto es, por un lado, un motivo principal, elaborado,
artístico y cargado de simbología e información, tanto de inspiración
astrológica como cristiana, y que se considera por parte de los expertos como
el anverso, y por el otro, una cruz sencilla o el monograma IHS, constantemente
repetidos, al estilo de las monedas que los reyes de Navarra empezaron a acuñar
en esa época. La cruz más simple de brazos iguales o cruz griega se adaptó
perfectamente al formato circular de la estela, permitiendo el complemento equilibrado de todo tipo de símbolos en cada
uno de los sectores.
Dentro de la infinita
variación de formas que ha adoptado la cruz en la simbología universal, la
estela discoidal presenta un muestrario prácticamente inigualable, que ha hecho
las delicias de los expertos interesados en las clasificaciones, inventarios y
terminologías, que muchas veces confunden al profano, asignando nombres, épocas
y procedencias diversas a las mismas o parecidas formas de cruces, de la mano
de definiciones históricas procedentes de la arqueología, la heráldica o la
numismática. En una época en que las Ordenes religiosas, las Ordenes militares
y las Cruzadas se extendieron por Europa bajo diferentes formas de la cruz, no
es de extrañar su aparición en las estelas discoidales de Euskal Herria. Cruces
de los Templarios, de los caballeros del Santo Sepulcro, de San Juan de Jerusalén,
de los cátaros, de Calatrava, de Malta, de Santiago, etc., se mezclan en las
decoraciones, en versiones muchas veces borrosas e imprecisas, que dificultan
su interpretación. Es de destacar que no aparecen nunca en la decoración de las
estelas vascas las cruces laureadas visigóticas ni las universalmente conocidas
cruces celtas.
Con el fin de que se
aprecien mejor las diferencias y variaciones de los distintos modelos, y sin
más rigor que el divulgativo, hemos distribuido las estelas en varios apartados,
atendiendo a la frecuencia e importancia del uso de cada tipo de cruz en las
distintas zonas de Euskal Herria. Hemos utilizado el apelativo más común con
que se les conoce, aunque no correspondan exactamente con las denominaciones
catalogadas de uso habitual en el mundo de las estelas discoidales y que
proceden principalmente de las propuestas de los investigadores franceses Leo
Barbé y Pierre Ucla, conocidas a través de los Congresos Internacionales de
Estelas Funerarias. Consideramos los siguientes tipos de cruces:
¨
Griegas ¨ Latinas ¨ Recruzadas ¨ Flordelisadas ¨ De Malta ¨ Especiales
En cada apartado se han
incluido las cruces asociadas o derivadas del prototipo principal y cuando
ocupan la posición protagonista en la decoración del anverso de la estela. Así,
por ejemplo, dentro del grupo de “Cruces de Malta”, están incluidas las
formadas con brazos divergentes o abocinados, ya sean rectos o curvos y con
diferentes bases, y que en el argot de las estelas discoidales han recibido
diversos nombres (recordemos las cruces
de Jerusalén de Luis Colas, que J. M. de Barandiarán llama cruces de Malta) y que representan uno
de los símbolos más repetidos en las estelas de Euskal Herria, muy a menudo en
el reverso.
Las cruces que forman
parte de monogramas o están acompañadas de inscripciones y otros motivos más
destacados, están incluidas en los capítulos correspondientes a esas
decoraciones. También ocupan un capítulo especial las estelas que presentan las
tres cruces del Calvario, por su singularidad y su utilización repetida en
zonas muy concretas del país.
Las iglesias trinitarias
Por todo el verde
paisaje de Zuberoa abundan las iglesias de diferentes épocas y estilos, desde
el románico al neoclásico, la mayoría de porte modesto, pero perfectamente integradas
en los pequeños núcleos urbanos, donde dibujan, junto al frontón abierto, la
plaza y las casonas de tejados de pizarra, las viejas estampas del corazón de
Euskal Herria. Por lo general, permanecen abiertas todo el día, lo mismo que el
viejo cementerio junto a sus muros, donde se mantienen entre flores las
antiguas estelas de los antepasados.
Pero hay una
característica en muchas de estas pequeñas iglesias que las hace
inconfundibles. Sus tres pináculos de la fachada principal, rematados con
cruces diminutas, y que en algunos casos acogen a las campanas y al reloj de la
iglesia, nos confirman que nos hallamos en el país suletino. Son las iglesias
trinitarias. Ignoramos el origen del nombre y también la razón de tales
remates, aunque se les atribuyen dos posibles explicaciones. Una, como
consagración a la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, de donde
vendría el apelativo, y la otra, como representación del calvario de la
Crucifixión. Más lógica parece la segunda propuesta si tenemos en cuenta que en
muchos de los casos la pieza central es algo superior a las dos laterales. En
Francia se las conoce con ambos nombres: iglesias trinitarias o iglesias con
calvario. Es curioso comprobar que el alto muro que soporta los tres pináculos
está construido con esa principal función, como torre para que se vean los
pequeños triángulos de lejos, más que como espadañas, sin ninguna otra
decoración y sin sitio de acceso para las campanas, que muchas veces necesitan
de casetas adosadas al muro para su manejo y en algún caso ni siquiera
funcionan como campanarios.
La mayoría de estas
iglesias se encuentran localizadas en Zuberoa y algunas en las zona limítrofes
de Nafarroa Beherea.
Estelas de calvario
Esta singularidad de la
representación del calvario en las iglesias se repite en el mundo de las
estelas discoidales, donde las tres cruces que aparecen en la decoración de un
buen número de ellas, especialmente en Zuberoa, nos hace suponer que existe una
relación con las iglesias trinitarias, como podría ser el resultado de una
norma especial de la Iglesia o de una Misión de penitencia y oración, como las
que se celebraban periódicamente por diversas zonas del país. Avala esta
suposición la proximidad en el tiempo, ambas son creaciones de los siglos XVI y
XVII; en el espacio, ubicadas prácticamente unas al lado de las otras en la
misma zona geográfica; y en el concepto, participando de la misma imagen de la
crucifixión de Cristo en el Gólgota.
Zuberoa
Las estelas de calvario
de Zuberoa representan una imagen figurada de la escena de la muerte de
Jesucristo con las tres cruces de la crucifixión. La cruz principal es griega y
ocupa todo el disco, apoyada en una base escalonada. En la mayor parte de los
casos son cruces recruzadas o trilobuladas; dos de ellas tienen cruces
flordelisadas, al estilo de Nafarroa Beherea, y en un solo ejemplar aparece una
“cruz de Malta”. Las dos cruces pequeñas son siempre latinas y están dispuestas
a ambos lados de la cruz central, bajo sus brazos y apoyadas en la misma base.
Pequeños círculos, estrellas y flores de lis completan la decoración.
Entre las estelas de
calvario suletinas destacan tres de ellas por su singularidad: la de Iruri, con
tres cruces latinas y una rama de olivo, en una versión “romántica” del
calvario; la de Etxebarre, con la cruz principal de brazos abocinados curvos,
en una aceptación expresa como tal de este símbolo, que normalmente ocupa el
reverso de numerosas estelas; y la de Altzai, con tres cruces latinas sobre el
mismo plano y única con inscripciones, junto con otra muy parecida en Aribe,
Nafarroa.
Nafarroa beherea
En Nafarroa Beherea las
estelas de calvario de las zonas limítrofes con Zuberoa el estilo es similar al
de las estelas suletinas, pero en el valle de Behorlegi a Garazi se da una
variante más ilustrada, con la cruz principal flordelisada y las cruces
pequeñas apoyadas en el brazo horizontal. La decoración aporta también un dato
importante, la fecha, aprovechando para ello el pie de la estela. Destaca entre
ellas la estela de Hozta, actualmente en el museo de Baiona.
Nafarroa
La estelas de calvario
navarras se encuentran concentradas en el valle de Aezkoa, en plenos Pirineos,
a pocos kilómetros de las estelas de Iparralde, con las que presentan un claro
parentesco, especialmente la de Aribe con un evidente parecido con la de Altzai
en Zuberoa. Algunas características que las distinguen son las cruces pequeñas
separadas de la base y con sus propias peanas y los brazos de la cruz principal
terminando en bisel.
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