Tres amigos de 400 años. Jatsu (Lapurdi) 2007. P. Zarrabeitia |
La mayor concentración de estelas discoidales a lo largo del planeta se da
en Euskal Herria. Esto es así, si bien la distribución en cada territorio
histórico es muy diferente. De una cantidad total que hemos estimado en 5000
estelas localizadas, con carácter orientativo, más del 65% se
encuentran en Iparralde (Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa), el 25 % en
Nafarroa y el resto repartidas entre Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Se podría decir,
a modo de simplificación histórica, que el fenómeno de la estela discoidal como
monumento funerario tuvo su máximo desarrollo en los territorios que ocupó en
su tiempo el Reino de Navarra, a un lado y a otro de los Pirineos, lo cual no
es muy sorprendente si tenemos en cuenta que la mayoría de las estelas que
conocemos son de tiempos medievales y posteriores, en la época del máximo
esplendor del viejo reino.
Debemos mencionar que en
el Sur de Francia y en el resto de la península Ibérica, especialmente en la
mitad Norte y Cataluña, existen también puntos de concentración de estelas
discoidales, aunque en menor proporción. Caso aparte, que se merece destacar,
es el de Portugal, que con más de 1000
estelas ocupa un importante lugar en la localización de estos monumentos funerarios.
La situación actual de
las estelas en Euskal Herria varía considerablemente de una zona a otra del
país.
En Araba, Bizkaia y
Gipuzkoa, las estelas discoidales antiguas han desaparecido de los cementerios.
Salvo algunos escasos ejemplares que forman parte del altar o la pared de
alguna ermita o iglesia, la mayor parte de su patrimonio se encuentra en los
museos, Museo Arqueológico de Alava, Museo Arquológico de Bilbao y especialmente en
el Museo San Telmo de San Sebastián, que alberga una importante colección de
estelas, aunque hay que destacar que la mayoría de ellas proceden de Nafarroa.
En los territorios de
Iparralde la situación es bien distinta. El Museo Vasco de Baiona, el Museo de
Baja Navarra de Donapaleu y el Centro-Museo de Larzabale, disponen de
colecciones interesantes aunque discretas, en relación con el extenso
patrimonio de Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa, de donde proceden. La gran
mayoría de las estelas permanecen en los cementerios o en zonas anejas a la
iglesia, lo que mantiene vivo el ambiente de su entorno natural, el espíritu
doméstico y recogido de los antiguos cementerios rurales vascos. En algunos
pueblos estos cementerios están ajardinados y las viejas estelas ocupan un
lugar preferente. Sin embargo, en otros lugares, más alejados de las rutas
turísticas, hay que lamentar un cierto abandono.
La situación en Nafarroa
es partícipe de ambos enfoques en la administración de su patrimonio. Por un
lado, el Museo de Navarra conserva una excelente colección de estelas
discoidales medievales, hoy en día almacenada, a la que podemos añadir los
ejemplares celosamente guardados por instituciones como el monasterio de
Irantzu, el convento de San Francisco de Sangoza o la Casa de Cultura de
Tafalla. Por otro lado, es destacable el esfuerzo de algunos pueblos como
Abaurregaina, Etxalar, Aurizberri, Bera, Xabier y otros, en mantener en zonas
ajardinadas próximas a la iglesia, las estelas retiradas de los viejos cementerios.
Añadiremos a esto las múltiples estelas que han aparecido y siguen apareciendo
en pequeños pueblos, dispersos por todo el territorio navarro, y que se
encuentran en colecciones particulares.
Reparto por territorios de las 1153 estelas descritas en este libro |
No existe hasta el
momento ningún inventario unificado que recoja las numerosas estelas
discoidales que componen el patrimonio de Euskal Herria. Desde las primeras
aproximaciones al tema de autores foráneos como Henry O´Shea (1889) y Eugeniusz
Frankowski (1920), pasando por los trabajos fundamentales de Louis Colàs (1924)
y de José Miguel de Barandiarán (1952-1970), que se ocuparon de las estelas de
Iparralde, hasta los más recientes estudios, también de ámbito parcial
publicados en libros y revistas especializadas, que conforman una abundante
bibliografía, se han contabilizado y descrito en los siete territorios de
Euskal Herria, cerca de 2500 estelas, muchas de ellas hoy desaparecidas. Otras
tantas están a la espera de su estudio, interpretación y publicación. La escasa
información que se puede extraer de Internet sobre el tema, así como la más que
discreta dedicación de las instituciones culturales del País a través de Universidades,
Museos y trabajos de investigación, hacen problemática la recuperación de este
gran patrimonio y difícil la incorporación de nuevas personas interesadas en
esta faceta fundamental del arte y la cultura vascas.
En el año 1979 se
celebró en Lodéve (Francia) la 1ª Jornada de Estudios sobre la Estela
Funeraria, reuniendo a los mejores especialistas del mundo, lo que supuso la
puesta en marcha de los Congresos Internacionales dedicados al tema. Se han
celebrado, desde entonces, seis congresos: Baiona (1982), Carcassonne (1987),
Donostia (1991), Soria (1993), Pamplona (1995) y Santander (2002).