Etxalar. (Nafarroa) 2009. P.Zarrabeitia |
Disco, pie, cuello, canto, anverso, reverso, diámetro,
altura, espesor, material etc., son los parámetros que definen la tipología de
las estelas discoidales y que sirven a los expertos para establecer su
descripción y catalogación bajo unos patrones comunes, fácilmente comparativos.
La estela discoidal “prototipo” es una piedra plana de
caras paralelas en forma de disco, con un pie o vástago que sirve para ser
hincada en la tierra. La zona del disco está tallada por ambos lados, a veces
también el pie y el canto, con grabados incisos o en relieve.
Por lo general, el diámetro medio de las estelas
vascas se sitúa en torno a los 40 o 50 cm. y sus variantes oscilan entre 20 y
90 cm. La forma y dimensiones del pie varían considerablemente, según la
tipología de la estela. Las estelas antiguas utilizaban el pie, normalmente
recto y terminado en punta, como parte para hincar en el suelo, dejando
sobresalir únicamente el disco o en algunos casos, como en las estelas llamadas
antropomórficas, también la parte del cuello y los hombros. Algunas estelas
presentan la parte escondida bajo tierra de tamaño considerable. Al ir
ampliándose el campo de decoración de la estela, especialmente con la
incorporación de fechas, monogramas y otras inscripciones en el pie, éste fue
abriéndose en forma trapezoidal y adquiriendo más altura sobre el nivel del
suelo. Esta evolución dotó a la estela discoidal de la forma clásica con que se
describe en las enciclopedias, como un disco con el pie trapezoidal de su misma
altura aproximada. El espesor puede variar de 8 a 25 cm. El material utilizado
es siempre del tipo de piedra que se localiza en las cercanías de su emplazamiento,
por lo que se encuentran toda clase de formaciones rocosas, aunque las más
abundantes son la arenisca, por la facilidad de su tallado y la piedra caliza,
por su abundancia y dureza.
Siglos de intemperie y condiciones adversas, entre las
que se encuentran las continuas agresiones que han sufrido a lo largo de los
años, han llevado a que la mayoría de
las estelas hoy localizadas sufran importantes desgastes y roturas, siendo
sorprendente la cantidad de estelas de las que sólo se conserva el disco, lo
que muestra una clara intención de destrucción, al buscarse la rotura de la
estela por la zona del cuello, su parte más débil, golpeando en la parte
superior, estando el resto firmemente empotrado en el suelo.
La orientación clásica de los monumentos funerarios,
mirando hacia el Este, como al parecer correspondía a los ritos de origen
astral, es prácticamente imposible de comprobar en las estelas vascas, tal como
se encuentran localizadas hoy en día, debido al continuo movimiento al que han sido
sometidas. Lo más probable es que lo hayan estado así en el pasado, como se
puede comprobar en algún remoto cementerio de la zona norte del país. El
traslado de los antiguos cementerios a nuevos emplazamientos (lo que supuso,
por otro lado, la desaparición de la mayoría de las “viejas” estelas), la
reestructuración de los cementerios actuales, agrupando las estelas antiguas en
distribuciones ornamentales y la disposición con carácter expositivo de las
estelas en los museos, monasterios e iglesias, han convertido aquella disposición
ritual y mágica de un pasado quizá no muy remoto en una hipótesis de estudios
etnológicos.
Aunque no tan numerosas, existe un número importante
de estelas que se han localizado fuera de los cementerios. En los caminos, en encrucijadas
o en pleno monte, las estelas han servido, también, para rememorar una muerte
violenta o señalar puntos importantes del terreno, como lindes o mojones de
separación, en este caso posiblemente reutilizadas. Muchas han quedado
desplazadas y aparecen en lugares dispares como las paredes de la iglesia, escalones
y suelos de los alrededores o muros y firmes de los caminos.
Los grabados que decoran las estelas discoidales
constituyen un amplio universo de dibujos, signos e inscripciones dignas de
estudios en profundidad y multidisciplinares, dado que se producen a lo largo
de dos milenios y bajo la influencia de muy diversas civilizaciones y culturas.
Las principales líneas de inspiración que han guiado la labor de los artesanos
de estos monumentos son tres: los motivos astrales, los símbolos cristianos y
las inscripciones de nombres y fechas, todos ellos combinados con motivos
decorativos que pueden ser originales o derivados de los anteriores.
El resultado es una muestra amplia y compleja, una
crónica de múltiples facetas de la evolución de un pueblo a lo largo de un
extenso período, que trasciende la mera consideración de sus ritos funerarios y
nos aporta una serie inagotable de datos de tipo etnológico, sociológico y
artístico de sumo interés para su estudio y comprensión.