11 - La figura humana
La reproducción de la figura humana en la estela
discoidal vasca es escasa (menos del 2% del total) y casi siempre
enigmática o cuando menos de difícil interpretación. Las representaciones
humanas, frecuentes en las lápidas de influencia romana de principios de
nuestra Era, no se trasladaron a la iconografía de las estelas autóctonas con
la llegada del cristianismo, como así lo hicieron otras decoraciones astrales,
debido probablemente al aniconismo del Antiguo Testamento, adoptado por los
primeros cristianos, que rechazaba cualquier representación de Dios u otros
personajes por su posible aproximación a la adoración de falsos ídolos.
Este rechazo de las imágenes, sustituidas por
los signos, se prolongó durante los primeros siglos del cristianismo y se
ratificó con el ”Deus
adsconditus, invisibilis” del
Concilio de Elvira de principios del siglo IV: “No debe haber imágenes en la
iglesia y menos que sean adoradas e idolatradas en las paredes”.
Posteriormente, en el II Concilio de Nicea del siglo VIII, la Iglesia
reconsideró dicha postura, al condenar a los iconoclastas bizantinos y definió
que ”a semejanza de la
representación de la cruz preciosa y vivificante, del mismo modo las venerables
y santas imágenes, tanto pintadas como realizadas en mosaico o en cualquier
otro material apto, sean expuestas y honradas”.
No tuvo mucho efecto este canon conciliar en los
simbolismos o motivos decorativos de las estelas vascas, que hasta entrada la
Edad Media se limitaron a reproducir cruces y otros temas geométricos astrales
o florales esquemáticos, tomados del románico imperante o de las estelas
primitivas, sin adoptar la revolución que supuso la incorporación de la
imaginería cristiana plena de personajes divinos y humanos.
Llama la
atención el hecho de que no aparezcan escenas clásicas del cristianismo como la
Virgen con el Niño u otros santos, a los que se consideraba intercesores ante
Dios para la salvación de los difuntos, algo adecuado para un monumento
funerario. Al parecer la estela no era un soporte pensado para transmitir a los
fieles el mensaje evangélico, como así lo fueron los relieves de portadas y capiteles
de las iglesias medievales. Por lo general era suficiente la presencia de la
cruz junto a otros signos protectores para pedir una oración y ahuyentar
al demonio, que era lo más importante.
Las pocas
figuras que aparecen son muy simples y esquemáticas, como anuncios de un
cartel. Más que descripciones de personas son representaciones de prototipos:
el cazador, el ama de llaves, el caballero, el pelotari. Es decir, lo mismo que
se quería transmitir en otras estelas con los instrumentos de los diferentes
oficios. La finalidad de la estela no era, en la mayoría de estos casos,
descriptiva, sino informativa y conmemorativa. De todas formas, dada la
dificultad de esculpir figuras especialmente difíciles, como las humanas, su
inclusión en el grabado de la piedra se hacía costosa y complicada y no fue por
ello muy abundante, desapareciendo casi definitivamente cuando en el siglo XVI
se incorporó la escritura a la decoración de las estelas y las personas
fallecidas se identificaron para la posteridad con su nombre y apellido o el de
la casa a la que pertenecían.